Este fin de semana, me dediqué a escalar el Cerro Chirripó, la montaña más alta de Costa Rica. La cima queda a un tal 3820 metros (12533 pies), y la caminata de la entrada al parque hasta la cima es 20 kilómetros. El viernes, tomé un autobús de San José central hasta San Isidro/Pérez Zeledón a las 7:30 de la mañana para asegurar que obtuviera una reservación al parque. Tuve que llegar antes que las cuatro de la tarde para conseguirla porque así quería hacer la reservación. Hay tres maneras de hacerlo en total: se puede hacer la reservación a fines de Mayo (para esta estación) en la oficina de reservaciones, llegar el día antes para pedir uno de las diez que se ofrece aparte de las reservaciones normales, o llegar el mismo día para intentar entrar al parque por una cancelación de otra persona. Porque es la temporada lluviosa, no había mucha gente que quería escalar, entonces no tuve problema con conseguir mi tiquete. Terminando el brinquito, llegué a San Isidro como a las once. Pregunté de los autobuses que van a San Gerardo de Rivas (el pueblito más cerca el comienzo del sendero y donde está situada el hotel dónde me quedé), pero me dijeron que el próximo autobús que se iba a las dos de la tarde, y así estaba arriesgando la oportunidad de entrar al parque para el sábado. Entonces, decidí tomar un taxi (y fue carísimo, como $30). Pero ahora pienso que valió el $30 porque el viaje duró más que una hora y el taxista esperaba mientras conseguía mi tiquete para entrar al parque. Pedí mi tiquete, y el director de reservaciones me regañó porque tenía una copia digital del pasaporte en vez de en papel. Sólo estoy tratando de minimizar los papeles que uso (porque son un estorbo para mí), y si eso no fuera a cumplir los requisitos como copia de pasaporte estaba listo a pedirle que lo imprimiera (jaja). Pero al fin obtuve la permisión, y fui al hotel. Allá comí almuerzo y empecé a alistar mis cosas para escalar la montaña. Traje un poquito de comida conmigo, pero estaba contando con comprar más en la tiendita que el hotel tiene. Aquí hay la lista de la comida traída y comprada:
Primera comida (almuerzo): Maní y una manzana
Segunda comida (cena en el albergue): Atún con galletas Ritz
Tercera comida (desayuno después de llegar a la cima): Granola y una manzana
Bocaditas: M&M’s, galletas de chocolate, crujientes de banano, un Nature Valley Bar, y pasas
También arreglé mi mochila para que fuera más fácil para sacar lo que necesitara en el camino. Mi equipaje consistía en lo siguiente:
Zapatos Teva para la lluvia, un abrigo impermeable ligero sólo para mantenerme seco, una sudadera, una camiseta de marca Under Armor, guantes, pantalones de pijama, bolsas plásticas en caso de mis cosas se mojaron, mi cuchillo, una bolsa de cosas de emergencia, bloqueador, repelente de insectos, calcetines y calzoncillos extras, mi camisa ligera para cuando hacía calor, pantalones que se pueden convertir en pantalones cortos, la toalla Microfiber, jabón, desodorante, cepillo y pasta de dientes, cargador de teléfono, y el saco y bastón que alquilé.
El sábado, me desperté a las 15 para las cinco para prepararme para el viaje. Comí un desayuno de huevos, gallo pinto, pan tostado y fruta. Empecé a caminar a las 6 de la mañana. Los primeros 7 kilómetros me fueron bastante fáciles y no tuve que pararme para descansar. Llegué al Refugio Llano Bonito a las 8:30 o algo así y comí el Nature Valley Bar y pasas, llené mis botellas de agua de nuevo, y seguí. Los kilómetros 7-10 me costaron mucho porque son de inclinación extrema para arriba. Tuve que pararme algunas veces porque la inclinación parece no terminar. De 10-12, es más plano y no hay que hacer mucho esfuerzo para caminar por el sendero. Cerca el kilómetro 12, empieza la parte que se llama “Los arrepentidos”, y cuyo nombre se derive de la dificultad de escalar esa parte. En aquel punto, los que van hacia el albergue Base Crestones han caminado mucho, y la inclinación les cuesta mucho para subir. Esa fue la parte más intenso para mí porque había caminado mucho y ya estaba a una altura de más que diez mil pies, entonces no había tanto aire como antes. Iba a almorzar en Base Crestones pero ese camino fue tan difícil y necesitaba reganar la energía.
Llegué al albergue Base Crestones a las 12:30 pm, pedí acceso a mi habitación, y me descansé un poco. Después de estirarme y darme a mí mismo masajes, decidí ir a Los Crestones porque tenía mucho tiempo libre. Se me había dicho que se puede sacar las mejores fotos de Los Crestones durante el atardecer, y por eso decidí quedarme allá por mucho tiempo esperando. Pero eso no fue buena idea porque empezó a llover con fuerza, y tuve que regresar al albergue. Se me mojó casi toda mi ropa, y traté de secarla con la toalla Microfiber lo mejor que pude. Allá en el albergue conocí a dos personas: Mike de Escocia, y Linda de Holanda. Compartí la habitación con ellos, y después de hablar con ellos por un rato, decidimos escalar juntos a la cima. Son muy buena gente y nos hicimos muy buenos amigos. Quedó de cinco kilómetros del albergue, y las primeras 3 fueron fáciles. Pero cuando empezamos a subir bastante, empecé a ir más despacio porque no pude obtener tanto oxígeno. Llegamos a la última parte plana y allá estaba la cima, pero los lados del pico son acantilados y fue un desafío para hacer los últimos cien metros. Tuve que descansar tanto porque hacer un poquito de esfuerzo me gastó toda la energía y necesitaba recuperar el oxígeno. Pero al fin llegué, y vine a tiempo para ver el amanecer y tomar fotos de todo.
Hacía mucho frío en la cima, y al principio del amanecer estaba muy espejado. Me preocupaba de que no fuera a ver nada. Pero empezó a despejarse, y creo que pude ver los dos océanos como se me había dicho pero todavía estaba una neblina. Después de pasar como veinte minutos allá, decidimos bajar porque tuvimos tanto frío. Desayunamos en el valle que está entre Chirripó y el albergue, y fue allá donde conocí a otro amigo; se llama George y es brasileño. Él había conocido a mis dos compañeros antes, y nos ofreció llevarnos a San José después de bajar de la montaña. Al principio no pensaba que fue buena idea porque no lo conocía muy bien. Pero no estaba pensando en eso en aquel momento, sólo regresamos al albergue para recoger nuestras cosas y bajar la montaña. Estábamos bajando cuando nos reunimos por casualidad con George, y fue en la bajada que conocí a su amigo Antero, quien es brasileño también. George puede hablar en inglés (también español y portugués), y eso fue muy bueno para Mike y Linda porque no pueden hablar español muy bien, pero pueden hablar más o menos bien. Antero sólo puede hablar español y portugués, entonces estaba hablando con él por mucho tiempo. El tenía dolor en las rodillas igual como yo, entonces él y yo estábamos bajando a un ritmo más lento. Ese dolor empezó a aparecer durante la subida, y estaba esperando que se fuera durante la noche pero eso no pasó. Así que me dolieron mucho las rodillas durante la bajada. Creo que, por lo que mi profesora de física me dijo, que cuando una persona se baja, está poniéndose tres veces la fuerza al cuerpo que sólo estar caminando en tierra plana. Por eso, se me hizo sentido que me dolían, y sabía que la única manera de mejorar la situación era llegar a la base de la montaña. Eso fue lo que nos motivó (a Antero y yo) a continuar.
Empezamos de caminar a las 7:15 y llegamos cómo a las 11:30. Entonces, tomó mucho menos tiempo para bajar que subir. Almorzamos, y decidí confiar en el muchacho para llevarme a San José. Había comprado mi tiquete para el autobús anteriormente, pero no iba a irse hasta las 6:30. Fue muy rápido, pero ya tengo 4 amigos nuevos quienes son muy importantes a mí. Debe ser algo que tiene que ver con la experiencia de la montaña porque eso fue algo muy especial. Puede ser que tuvimos que contar con toda la gente del grupo para lograr completar la aventura, y esa confianza de vida nos ayudó a hacerse buenos amigos. Llegamos a San José a las 4:30, seis horas antes de que esperara llegar. Estaba tan agradecido por lo que hicieron por mí, y también por haber conocido a cuatro personas tan amigables. Mike, el hombre de Escocia, también me ofreció reunirse cuando voy a Escocia después de regresar a los estados. Fue muy extraño, porque en esa montaña tica, conocí a dos brasileños, una holandesa, y un escocés. Bueno, he escrito bastante de ese tema. La última cosa que voy a decir que eso fue un logro tanto físico como simbólico.
This weekend, I committed myself to climb Mt. Chirripó, the tallest mountain in Costa Rica. The top is at about 3820 meters (12533 ft.), and the walk from the entrance to the top is 20 kilometers. Friday I took a bus from San José central to San Isidro/Pérez Zeledón at 7:30 in the morning to be sure that I got a reservation to enter the park. I had to arrive before 4 in the afternoon because I wanted to make my reservation in that manner. There are three ways in total to reserve: it’s possible to make reservations at the end of May (for this season) in the reservations office, arrive the day before to ask for one of the 10 passes that they offer daily that are different from the regular reservations, or arrive the day of and hope that somebody cancelled. Because it is the rainy season, there weren’t a lot of people that wanted to climb, so I didn’t have a problem getting a ticket. Coming back to the story, I arrived at San Isidro at 11. I asked about the busses that went to San Gerardo de Rivas (the little town closest to the park entrance and where my hotel was), but they told me that the next bus left at 2pm, and that meant that I was risking my chance for entrance to the park. So, I decided to take a taxi (it was really expensive, around $30). But now I think it was worth the $30 because the trip took more than an hour and he waited for me while I got my park pass. I asked for a pass, and the director of reservations reprimanded me because I didn’t have a hard copy of my passport, only a digital one on my phone. I’m only trying to minimize the papers I carry around (because they bother me), and if that wasn’t up to par then I would have asked him to print a copy from my phone (haha). But in the end I got the pass, and I went to the hotel. I ate lunch, and started to get my pack ready for the mountain. I brought a little bit of food with me, but I was counting on buying more in the hotel’s store. Here’s the list of food that I brought and bought:
First meal (lunch): Peanuts and an apple
Second meal (dinner at the lodge): Tuna with Ritz crackers
Third meal (breakfast after getting to the top): Granola an apple
Snacks: M&M’s, Oreo-knockoff cookies, banana chips, a Nature Valley Bar, and raisins
I also readied my backpack so everything that I needed during the hike was accessible. I took with me the following:
My Teva water shoes, a light, impermeable jacket, a sweatshirt, an Under Armor t-shirt, gloves, PJ pants, plastic bags for wet things, my knife, an emergency kit, sunscreen, bug repellent, extra socks and underwear, my light shirt for when it was hot, zip off pants, the Microfiber towel, soap, deodorant, toothbrush and toothpaste, phone charger, and the sleeping bag and walking stick that I rented.
Saturday, I got up at 4:45 to prepare for the trip. I ate eggs, gallo pinto, toast and fruit for breakfast. I started walking at 6 am. The first 7 kilometers were really easy and I didn’t have to stop to rest. I got to the Llano Bonito Refuge and I ate the Nature Valley Bar and raisins, I filled my water bottles, and I continued onward. Kilometers 7-10 were harder because of the extreme incline. I had to stop a couple of times because it seemed never ending. From 10-12, it is mostly flat and I didn’t need to use a lot of energy. Near kilometer 12 starts the part of the trail that’s called “Los arrepentidos” (the regretful), and the name comes from the difficulty of the climb. At that point, those who are heading to the lodge have walked a lot and are tired, and before they can rest in the lodge, this massive climb needs to be traversed. That was the hardest part of the first day because of all of the walking before hand and there wasn’t as much oxygen. I was going to eat lunch in the lodge but I got too hungry.
I got to the Base Crestones Lodge at 12:30 pm, I asked for my room, and I rested for a while. After stretching and massaging my legs, I decided to go to Los Crestones because I had a lot of free time. I had been told that you could get really good photos of Los Crestones at sunset, which is why I decided to wait up there. But that wasn’t a good idea because it started to rain hard, and I had to return to the lodge. Almost all of my clothing got wet, and I tried to dry it with the Microfiber towel as much as possible. In the lodge I met two people: Mike from Scotland, and Linda from Holland. I shared the room with them, and after talking with them for a while, we decided to climb to the peak together. They’re really nice people and we became good friends. The lodge was 5 kilometers from the top, and the first 3 were easy. But when the trail started to ascend rapidly, I started to walk slower because I couldn’t get enough oxygen in my body to maintain that rate. We got to the last flat part and we could see the top, but the sides of the peak are basically cliffs and it was a challenge to climb the last 100 meters. I had to rest a lot because of the lack of oxygen. But finally I got to the top, but just in time to see the sun rise and to take photos of everything.
It was very cold on the top, and at first the sky was very cloudy. I was worried that I wouldn’t be able to see anything. But it started to clear up, and I think I was able to see both oceans like people had told me, but there was still a slight mist. After spending 20 minutes up there, we decided to descend because we were so cold. We ate breakfast in the valley that is in between the lodge and the peak, and it was then that I met another friend; his name is George and he’s Brazilian. He had met my two companions earlier, and he offered to take us all the way back to San José after getting down the mountain. At first I didn’t think it was a good idea because I had just met him. But I wasn’t thinking about it then, we just returned to the lodge to get our things and head down the mountain. We were heading down the mountain when we coincidentally met up with George, and it was on the way down that I started to get to know him and his friend Antero, who is also Brazilian. George can speak in English (Spanish and Portuguese as well), and that was good for Mike and Linda because neither of them is fluent in Spanish, but they can speak a fair amount. Antero can only speak Spanish and English, so I was talking with him a lot in Spanish. He had pain in his knees just like me, so he and I were descending at a slower rate. That pain started on the way up, and I was hoping that it would go away during the night but that didn’t happen. Because it was still there, heading down the mountain was rough on my knees. I think that, because my physics teachers have told me, when a person is descending, they can be receiving a force up to three times greater on the body compared to just standing or walking on flat ground. So it made sense to me that my knees would hurt, and the only way that it would get better is by getting down the mountain and resting. That was what motivated us (Antero and I) to continue.
We started walking around 7:15 and got to the bottom at 11:30. So, it took a lot less time for us to descend than to ascend. We ate lunch, and I decided to trust the guy to take us to San José. I had bought my ticket previously, but it wasn’t going to leave until 6:30. It was very fast, but now I have 4 new friends that are very important to me. It has to do with the experience of climbing the mountain because that in itself was very special. It could be that we had to count on the other members of the group to complete the adventure, and that trust of one’s life helped us become good friends. We got to San José at 4:30, six hours before I would have arrived. I was so thankful of all that they had done for me, and also to have met four wonderful people. Mike, the guy from Scotland, also offered to meet up in Scotland once my family and I were there. It was very strange because on that Costa Rican mountain, I met two Brazilians, a Dutch, and a Scot. Well, I’ve written enough. The last thing I will say that climbing the mountain was not only a physical achievement, but also a symbolic one.